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Bienvenido a la historia de la comprensión del Autismo. Aquí encontrarás información sobre algunos hitos interesantes.
Siempre ha habido Autismo en la humanidad, pero inicialmente no lo distinguíamos. Por eso no podíamos hablar de él.
No teníamos palabras para nombrarlo. La humanidad tiene miles de años, pero hace doscientos ni siquiera nos dábamos cuenta de que el Autismo existía y siempre había existido entre nosotros.
Hace apenas un centenar de años que empezamos a darle un nombre. Pero al nombrarlo no resolvimos el problema.
Nos tuvimos equivocando catastróficamente por décadas en su comprensión y por eso maltratamos a mucha gente, hasta hace unas pocos lustros que comenzamos a entender mejor el asunto.
En este espacio conocerás algunas personas relevantes en la historia de la comprensión del Autismo.
Algunos héroes metódicos que comenzaron a distinguirlo, a intentar construir explicaciones,
algunas almas de sensibilidad especial y orientación al logro que iniciaron nuevas prácticas de conexión, interacción, educación e intervención social.
También algunos antihéroes que muy apegados a ideas absurdas e infundadas, independientemente de sus intenciones,
hicieron daño a muchas personas y familias.
Conocerás adicionalmente algunos de los casos de quienes fueron analizados en los primeros estudios y sobrevivientes
de los primeros tratamientos. Entrarás en contacto con sus aportes.
Comprender el Autismo es importante para la humanidad.
A medida que lo hagamos vamos a aprender mejor de la diversidad que necesaria y afortunadamente nos trajo hasta aquí, nos conforma y nos llevara lejos.
Bienvenido, esta historia es para disfrutarla…
El Autismo es tan viejo como la humanidad. Nació con ella y ha estado siempre. Lo que es nuevo no es por tanto el Autismo, sino nuestra consciencia de que siempre existe y ha existido como parte de nosotros. Cuando lo distinguimos e inventamos el término para designarlo (1), a comienzos del siglo XX y en las décadas siguientes, lo hicimos fijándonos en los problemas de algunos grupos con esta condición, por eso nos equivocamos conceptualmente y lo confundimos al tratarlo como la discapacidad de algunas personas y no como una diferencia de muchas más en sus maneras de percibir, pensar y desarrollarse. Diferencia que era simplemente parte de la diversidad en nuestra especie y que estaban mucho más extendidas de lo que inicialmente se pensó. Los hallazgos de la genética y la arqueología en la actualidad nos señalan evidencias que nos confirman que en la prehistoria de la humanidad había Autismo, pero lo más significativo es que nos indican que era importante que surgiera y que no es casualidad que se desarrollara. Porque lo necesitábamos para nuestra evolución como homos. El crecimiento de las poblaciones prehistóricas en los últimos 100.000 años, el enfrentamiento feroz con los depredadores y la conquista de nuevos ecosistemas biológicos requerían de una colaboración creciente para resolver la seguridad en la edad de piedra, así como para conseguir los alimentos necesarios. Eso hizo presión entre los homínidos para sofisticar la colaboración y las tecnologías y habilidades requeridas para la producción de herramientas, que al especializarse se hicieron más difíciles de producir y demandando aprendizajes. Se hicieron valiosas las destrezas técnicas y analíticas, la paciencia, la concentración y la comprensión del comportamiento animal. Spinky y Wright en su eBook The Prehistory of Autism desarrollan este tema aportando numerosos elementos y señalando que ambos, "los aspectos sociales y los elementos técnicos de la cognición humana estuvieron bajo presión para convertirse más complejos" y evolucionar (2). En otras palabras, el éxito de la evolución humana implicó y dependió tanto del desarrollo de destrezas sociales como de tecnologías. Es decir, de cualidades comunes entre los individuos más sociales y neurotípicos y de cualidades más comunes entre los individuos con las características de lo que hoy llamamos la condición autista. Esto creó el contexto para que se desarrollara entre los homo la práctica social del apoyo, del dar y recibir que facilitaba la supervivencia de todos. Las sociedades primitivas necesitaban tanto de individuos con muchas facilidades para la interacción social como de individuos menos dados a la interacción pero con la capacidad de concentrarse en las soluciones técnicas y que por ello merecían la cultura de apoyo que eventual o regularmente recibían. Spinky y Wright (2) señalan adicionalmente que en esas condiciones hay un momento en "que comenzamos a ver la evidencia más clara de ética comunitaria colaborativa y bien definida, protegiendo a las personas del bullying o la explotación, impulsando las posibilidades de compartir diferentes habilidades y talentos y asegurando el apoyo a las debilidades y vulnerabilidades. La ética colaborativa proporciona la base de una relación entre las comunidades y el autismo en la que las personas con autismo necesitan de las comunidades, y las comunidades necesitan personas con autismo". Es interesante observar entonces que la convivencia con el autismo comenzó en un camino natural en la prehistoria de la humanidad. Un ejemplo de esta convivencia en una comunidad de pastoreo de renos de Siberia escrito por Piers Vitebsky (3) (y citado en la referencia de Spinky y Wright mencionada) permite imaginar la convivencia de complementariedad que se daba en comunidades del mundo prehistórico:
"El extraordinario abuelo tenía un conocimiento detallado de la paternidad, la historia médica y los estados de ánimo de cada uno de los 2.600 animales de la manada. Se sentía más cómodo en compañía de los renos que de los humanos, y siempre montaba su tienda a cierta distancia de los demás y cocinaba para sí mismo. Su hijo trabajó en la manada y se había unido durante el verano con sus propios hijos adolescentes, Zhenya y el joven Sergei."
La vida de los humanos prehistóricos integrando a las personas con Autismo no puede visualizarse a partir de elementos físicos como los huesos. Pero si puede apreciarse en aspectos más sutiles como el análisis del arte de la era del hielo. Coincidencias de las pinturas rupestres de las cavernas con elementos del arte moderno han sido señaladas en repetidas oportunidades. También comparaciones como las de Nicholas Humphrey de los dibujos de las cuevas primitivas con los de una niña autista de tres años y medio argumentan en la misma dirección (4). Al lado del análisis de las observaciones antropológicas del arte de la edad del hielo están los estudios genéticos que también se expresan al respecto: Algunos de los genes que hoy día se vinculan con el Autismo son genes que aparentan tener una historia que nos remonta hacia atrás en 150.000 años, reforzando la idea de que el Autismo se desarrolla y refuerza complementando características que necesitamos en nuestro desarrollo como especie desde las épocas prehistóricas. En conclusión, mientras más investigamos y conocemos acerca del desarrollo de la especie humana más entendemos que el Autismo era importante para avanzar en nuestra evolución, que por eso apareció y se reforzó en el curso de ella, desde épocas prehistóricas, y que la relación que mantuvimos con él en algunas etapas fue de clara complementariedad. Ver
1) Eugen Bleuler, Hay algo distinto que podemos llamar Autismo RedParaCrecer https://www.redparacrecer.org/ac/33742 2) The Prehistory of Autism Penny Spikins y Barry Wright https://roundedglobe.com/html/850efa8a-9596-44c5-ab46-5dd828905986/en/The Prehistory of Autism... 3) The Reindeer People: Living with Animals and Spirits in Siberia Vitebsky, Piers Houghton Mifflin Harcourt. 2005 (Citado en 2) 4) Cave Art, Autism, and the Evolution of the Human Mind Nicholas Humphrey Cambridge University Press: 16591, 1998 (Citado en 2) |
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