El autismo es un espectro, cada persona autista es diferente. Sin embargo, las personas autistas compartimos algunas características. Una de las cosas que compartimos es el sentirnos diferentes. Una sensación de no pertenencia que nos acompaña desde nuestra más temprana infancia. Ese sentimiento puede, en la mayoría de ocasiones, provocar mucha frustración, incomprensión y desdicha.
Es por ello que, en mi opinión, una de las cosas más importantes en las que trabajar cuando somos o estamos con personas autistas es en crear tribu. Las personas autistas necesitamos conocer a otras personas autistas y no me refiero con eso a cuando te dicen que Newton o Einstein eran autistas, no, no... Me refiero a conocer de verdad a alguien autista, a alguien como tú.
En el caso de los niños/as autistas es importante que crezcan con referentes autistas, pero reales y actuales. Necesitan saber que su profesora, su cajera, su mecánica, su vecino o su doctora, son autistas y necesitan conocer también a otros niños/as autistas.
En el caso de las personas autistas que llegan tarde a su diagnóstico, es fundamental que se relacionen con otros autistas. Muchas veces las dificultades sociales y comunicativas desaparecen o se disminuyen considerablemente cuando estamos entre personas con la misma neurodivergencia. Entre personas de nuestra condición es más fácil la interacción social y sentimos que, por fin, hemos encontrado nuestro lugar.
Los seres humanos somos sociales, todos necesitamos sentirnos parte de un grupo. Las personas autistas necesitamos encontrar nuestro grupo, sentirnos parte de un todo y, en gran medida, curar esa parte de nosotros/as que nos hizo pensar que estábamos solos/as. No es cierto, sólo tenemos que encontrarnos.
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